"EL SER HUMANO SE HACE MÁS CONSCIENTE DE SÍ CUANTO MÁS APRENDE A LEERSE A SÍ MISMO"

Hacia una posición ética en la lectura.

Por: Henry d. J. Sepúlveda (Sephen).


Cuando planteamos la lectura como una cuestión de placer y no obligatoriedad hablamos de una una forma de acceso al conocimiento. Aún así, debemos dejar en claro que una cosa es el conocimiento como especificidad de un campo teórico o práctico y otra cosa es el saber en tanto subjetividad y/o dinámica de las mentalidades.

Pensar la lectura por el camino del conocimiento es, quizás, una tarea fácil, que sólo requiere una temática o contenido placentero, de interés para el sujeto lector.  Pero pensar la lectura en el contexto del saber resulta sumamente dispendioso y para nada placentero, puesto que tal lectura es un acto de responsabilidad consigo mismo, donde no hay y, aunque hubiera, no bastaría el placer o el interés. De hecho, sobre ese saber propio de la singularidad humana (advierte el psicoanálisis) nada se quiere saber y la lectura que propenda por alcanzar ese saber resultará, la más de las veces, en sus diferentes aristas y perspectivas, displacentera. 
La Señora Michele Petit comenta que "la lectura construye a las personas, repara, pero no siempre es un placer"*. Y ese es el precio del auto-descubrimiento.
Lo propio de nuestra mentalidad se halla establecido en el orden y la estructura lógica del lenguaje, un lenguaje que da sentido a la experiencia de vida, pero que, al mismo tiempo, deja ese sentido oculto a nuestra propia vista. Ese sentido pesa, crea un displacer (con todo el alcance de ese significante) en el cuerpo, en la singularidad misma del sujeto como una letra que lo designa, una letra que sólo se articula al sentido en la medida que uno se haga cargo de su lectura. Por eso decimos que siempre que leemos interpretamos en lo escrito eso que, por principio, se halla establecido en la mentalidad humana como una letra que se lee «...sólo si hay lector» para ella, y que hay que aprender a leer la escritura que somos, en tanto efectos-del-lenguaje, para poder decir que leemos en el saber, no en el conocimiento.
Por supuesto hay lecturas que se realizarán con la única pretensión de alcanzar un conocimiento. Pero esos asuntos, técnicos, de consenso, no son los que forman al sujeto y lo enfrentan consigo mismo, no son los que lo ponen frente a la ética de su acto y la responsabilidad que ello implica para sí y para su interacción en la sociedad.
En consecuencia, es menester entender la lectura como un acto en el cual dos dimensiones de la experiencia humana se ponen en juego: el saber y el conocimiento. Estas dos dimensiones han de ser abordadas desde el sentido intrínseco que encarnan para la vida de cada lector.
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*Enlaces al comentario de la sra. Petit y otros:

-http://edant.revistaenie.clarin.com/notas/2009/06/29/_-01948893.htm